Venciendo Al Gigante
Transcurría el año 1063 a. C. Los soldados de Israel, bajo el mando del rey Saúl, guerreaban contra los soldados filisteos. Filistea era una pentápolis ubicada en el suroeste del Levante mediterráneo y comprendía el territorio de cinco ciudades principales las cuales eran: Ascalón, Asdod, Ecrón, Gat y Gaza. Un guerrero filisteo oriundo de Gat cuya altura era de casi diez pies (2.97 metros) desafiaba en tono amenazante a los soldados israelitas. La Biblia menciona en el capítulo diecisiete de primer libro de Samuel que la estatura del gigante Goliat era de seis codos y un palmo. Un codo es el equivalente a un pie y seis pulgadas. Su cuerpo era robusto y musculoso; además, vestía una armadura impenetrable que pesaba setentaidós (72) kilogramos; más de ciento cincuentaiocho libras. Solo la cota de malla que cubría su pecho tenía un peso de cincuentaicinco (55) kilogramos. Su cabeza estaba cubierta con un almete de bronce; sobre sus piernas traía grebas de bronce y sostenía una enorme lanza de bronce cuya punta pesaba seis kilogramos, aproximadamente catorce (14) libras. Estas simetrías impresionantes provocaron espanto en el campamento israelita.
Durante cuarenta días consecutivos, en la mañana y en la tarde, el gigante presentaba su demanda desafiante. Sus palabras se asemejaban a éstas: -“Rey Saúl, provéanme un hombre que pelee conmigo. ¿Quién se atreve? Si puede vencerme, nosotros todos serviremos a Israel, pero si yo soy el vencedor, ustedes serán nuestros siervos. Hoy yo he desafiado al campamento Israelita” (1Samuel 17:8-10).
Las santas escrituras sostienen que hubo miedo y turbación en el campamento de Israel al punto que se habían olvidado de Dios. Ya no celebraban los cultos de adoración; ni el matutino ni el vespertino pues el gigante ocupaba el tiempo de Dios amedrentándolos continuamente durante la mañana y por supuesto en la tarde (1Samuel 17:10-11, 24). ¿Cómo reaccionas frente a los embates y tropiezos diarios; esos gigantes modernos que se empeñan en acobardarte, alejarte de Dios y fulminar tu esperanza? ¿Sueles olvidar las bendiciones que Dios con frecuencia te concede?
Cuando el joven David arribó al campamento, escuchó las palabras desafiantes del guerrero invencible; sin embargo no se intimidó; al contrario, con indiscutible valor declaró: -¿Quién es este filisteo pagano para que provoque así a los escuadrones del Dios viviente? David estaba consciente de la presencia del ejército de Dios en aquel valle. Ambos bandos de soldados solo veían dos ejércitos, en cambio David observaba tres; los israelitas, los filisteos y los escuadrones del Dios viviente. Así que tomó la decisión de enfrentar al gigante. Le facilitaron la armadura del rey, pero en realidad no la necesitaba pues Goliat había desafiado a Dios, por lo tanto la batalla ahora pertenecía al gigante del universo. Entonces el joven David, expresando su grito de guerra “en el nombre de Jehová de los ejércitos”, obtuvo un triunfo monumental. En las batallas que lidiamos a diario no estamos solos; el enemigo puede intimidarnos; pero si Dios es por nosotros, ¿quien contra nosotros? La amenaza del maligno será desbaratada por el grito de guerra de los hijos de Dios.
Saúl y sus hombres se enfocaron en el gigante; se sentían intimidados por el tamaño corporal y las proporciones físicas del filisteo. Durante cuarenta días el tema del momento era el gigante Goliat. Nadie mencionaba a Dios; sin embargo cuando David se presentó en el campo de batalla, lo primero que hizo fue exaltar al Dios del cielo destacando Su poder y reafirmando que El Señor como siempre, obtendría el triunfo; en este caso, contra el gigante. El gigante se dirigió hacia David mientras que el hijo de Isaí avanzó decidido hacia el filisteo. Hoy tenemos que combatir contra muchos gigantes; pero no estamos solos. El gigante celestial peleará por nosotros. Todos esos gigantes que día y noche te amenazan serán derrotados. Si te intimidas delante de tus gigantes perderás la batalla, pero si los enfrentas confiando en el Señor, los derrumbarás a todos. ¿Cuáles son esos gigantes que diariamente te asedian? ¿Las murmuraciones, los conflictos personales, el odio, el rencor? El Señor Jesucristo, el gigante del amor y la comprensión los derrotará en pocos segundos. Así mismo sucederá con el gigante del alcohol, la violencia doméstica, los abusos e injusticias, la drogadicción, el estrés, la amargura y también el gigante del divorcio; todos caerán; el Señor Jesús los derrumbará.
En el nombre de Jesús enfrenta al gigante del divorcio que amenaza con destruir tu matrimonio; no permitas que desbarate tu hogar. Entrégate con tu esposa e hijos a Dios y prepárate para el reino de los cielos. Vence, en el nombre de Dios, al gigante de la depresión; derríbalo con el poder de Cristo. Te aseguro que el Salvador lo demolerá. Enfrenta a todos esos gigantes en el nombre de Jesús. Jamás huyas de ellos pues la escritura expone la historia de hombres y mujeres que vencieron a muchos gigantes en el nombre de Jehová. Noé obtuvo la victoria en medio de un diluvio gigantesco que devastó todo el planeta. Moisés triunfó notablemente en el combate contra el gigantesco imperio Egipcio. Josué se impuso ante los muros gigantescos de Jericó; Gedeón con solo trescientos (300) soldados derrotó a un ejército descomunal y la reina Ester enfrentó al imperio gigante de Medo-Persia y junto al pueblo judío, lograron una gran victoria. Todos ellos vencieron en el nombre de Dios y de la misma manera tu puedes vencer. Así que ya es hora de identificar a todos esos gigantes que te incordian y vencerlos en el nombre del Señor Jesús.
Dios es mucho más grande y más fuerte que todos tus gigantes. No te amilanes frente a percances y adversidades; el Señor nos ha concedido todo el poder. El apóstol Pablo declaró a los cristianos filipenses y por ende a nosotros: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Una leyenda significativa sostiene que David enterró la cabeza de Goliat en un monte llamado Gol-Goliat y la verdad más hermosa del evangelio afirma que Cristo le cortó la cabeza al gigante del pecado en el monte Gólgota. Gracias al triunfo del Señor ahora somos triunfadores. Acude a Cristo hoy; la Biblia reitera que somos más que vencedores. “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37) Que Dios te bendiga y te fortalezca siempre.
Ptr. Ángel Rodríguez
Evangelista | La Voz de la Esperanza