La Iglesia del Dios Vivo
El apóstol Pablo le escribió a Timoteo lo siguiente: -“Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios Viviente, columna y defensa de la verdad” (1 Timoteo 3:14 – 15). El apóstol le confirmó a su discípulo que la iglesia merece nuestro respeto pues es columna y apoyo de la verdad. Que conste que la verdad no es una filosofía moderna; tampoco es una carrera universitaria; la verdad es una persona y esa persona es el Señor Jesús. Él es el testigo fiel y verdadero (Apocalipsis 3:14). Él es La Verdad; por lo tanto todo lo que se enseñe en la iglesia debe coincidir perfectamente con las enseñanzas de Jesús quien declaró: -“Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6)
Dios espera que como miembros de la iglesia de Cristo evitemos toda clase de disensiones. Que nuestra conducta sea correcta e intachable. Hemos de proteger la iglesia sobre todo del daño devastador que causan los conflictos y las divisiones; además de aceptarnos y amarnos a pesar de nuestras diferencias e imperfecciones y promover la armonía en la familia de la iglesia.
El ministro alemán Dietrich Bonhoffer, en su libro “Life Together” (Vida en Comunidad) escribió: “Aquel que ama más su sueño de una iglesia perfecta que a la congregación en sí misma, se convierte en destructor de ella”. Amable lector, no existe ninguna iglesia perfecta; si hubiese una iglesia perfecta, esa misma perfección optaría por excluirte de ella.
La palabra iglesia procede de la palabra griega “ekklesía” que significa llamado afuera; en el griego secular implicaba una reunión de gente, pero en el caso que nos ocupa se refiere a los creyentes en Jesús que son llamados a reunirse para representar el amor de Dios ante el mundo mientras se preparan para el retorno glorioso del Salvador. La iglesia cuenta con una gran misión la cual es anunciar el evangelio a toda la humanidad. La palabra evangelio es la traducción del término griego “euangelion” que quiere decir buena noticia y esa gran noticia la expone el apóstol en 1 Timoteo 3:16 al proferir que Dios fue manifestado en carne. Cuando las personas aceptan el evangelio reciben al Señor Jesucristo como Salvador y son añadidas a la iglesia como lo afirma la Biblia en Hechos 2:47.
El apóstol también le mencionó a Timoteo que la iglesia es propiedad del Dios Viviente. El Dios Vivo es Cristo quien murió para salvarnos, pero ahora vive para siempre. El Señor Jesús ama inmensamente a su iglesia y cuando reflexionamos en esta declaración no aparecen las palabras adecuadas para exaltar al Dios Todopoderoso. Es en verdad un honor pertenecer a la iglesia del Dios vivo. Agradezcamos al Señor porque nos extendió el llamado de unirnos a Su Iglesia. Dios permita que seamos creyentes fieles en cualquier lugar y en todo momento.
La iglesia es la comunidad de creyentes que confiesa y testifica que Jesucristo es el Señor y el Salvador. Pertenece al Dios vivo y es columna y apoyo de la verdad. Como continuadores del pueblo de Dios del antiguo testamento y de la iglesia cristiana primitiva, se nos invita a salir del mundo y a reunirnos para adorar a Dios disfrutando de compañerismo genuino los unos con los otros. Hemos de sostener la iglesia con nuestros diezmos y ofrendas generosas; recibir instrucción en la palabra de Dios, celebrar la cena del Señor, servir al prójimo y proclamar el evangelio en todo el mundo. La iglesia recibe la autoridad de Cristo, quien es la palabra encarnada y de la Biblia que es la palabra escrita e inspirada por Dios. Es la familia de Dios y Dios es el padre eterno; somos adoptados por Él como hijos e hijas y vivimos sobre la base del nuevo pacto. La iglesia es el cuerpo de Cristo y Cristo es la cabeza quien la dirige y la favorece. Es la esposa de Cristo y Él, como fiel esposo, murió por ella para santificarla y purificarla. Es el edificio de Dios y Cristo es el fundamento; la iglesia es el ejército que, triunfante, está en marcha y Cristo es el general que nunca pierde, ni ha perdido, ni perderá un combate. La iglesia es la familia de Dios y Él es el padre eterno. Cuando Cristo regrese en gloria y majestad, se presentará como la iglesia del Dios viviente; los fieles de todas las edades, adquiridos por Su sangre, sin mancha ni arruga; santos e inmaculados. Una iglesia perfecta y gloriosa. Gracias a Dios por incluirnos en Su Iglesia.
Ángel Rodríguez Medina
Evangelista
La Voz de la Esperanza